Heraldo de Madrid, 10/09/1914. Fuente: Hemeroteca Digital |
No hay nada peor en el ámbito de la política que el apartado, por mucho que se quiera esconder, de las guerras. Cuando el diálogo internacional calla, el nacionalismo encolerizado triunfa y los intereses de los políticos "por el bien de la nación" están por encima de todo lo demás, se crea el escenario perfecto para lo peor que puede dar de sí mismo el ser humano. La Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra fue de los acontecimientos que más consternaron al mundo. Por supuesto, no es el único disputa bélica de la historia, desgraciadamente. No obstante, sí que fue la primera en el uso de tecnologías y estrategias que nunca antes se habían llevado a cabo, provocando una de los conflictos armados más devastadores -antes de llegar la II Guerra Mundial-.
El hombre puede ser capaz de crear maravillas o de realizar lo peor imaginable. Este es un claro ejemplo, a gran escala, y dentro del mismo voy a hablar en esta entrada de algo que pasa desapercibido pero que tuvo gran importancia a la hora de influir en la percepción y la manera de pensar de la sociedad, así como del desarrollo de los acontecimientos durante este nefasto capítulo de nuestra historia. La propaganda y manipulación de la prensa.